"Me pongo mi ojo... me pongo mi otro ojo..." Poco a poco la página vacía va dejando paso a todo un terrorífico señor lobo dispuesto a comerse... una zanahoria.

Un breve álbum ilustrado ideal para pequeños y no tan pequeños que descubrirán paso a paso a una fiera terrible que finalmente, como dirían los peques, "no da nada de miedo"

Un pequeño álbum en formato cuadrado, escrito e ilustrado por Olivier Douzou y editado por Fondo de Cultura Económica.

Las páginas nos van mostrando el texto en la página de la izquierda junto con la creciente figura de la cabeza del lobo en la de la derecha, hasta que la cabeza completa primero y después la enorme boca llena de dientes afilados invaden todo el espacio para retirarse a continuación a una pequeña imagen desmitificadora.


Papá Pato y Mamá Pato están contentísimos, los huevos están a punto de abrirse pero ¿de dónde ha salido este patito tan feúcho?

La editorial Beascoa publica esta divertida versión del clásico de H.C.Anderse "El patito feo" creada por Kukuxumusu.

Un cuento con moraleja, aunque no muy "correcto" y en el que el patito no se convierte precisamente en un cisne...

Se trata de un pequeño álbum que para mí resulta divertidísimo narrado más que leído, al favorecer exagerar los personajes (tendríais que ver a mi patito caminando rumbo al estanque) y conseguir que primero el público se ría del "patito" y sus torpezas mientras se van identificando con él, de modo que su triunfo final es como el triunfo personal de cada niño o niña que alguna vez se ha sentido pequeñito, feo y débil.

Y sí, quizá no es muy políticamente correcto. Pero es emocionante, y eso es lo que hacen las historias.


Fuente: La biblioteca de los elefantes
Vamos a cazar un oso, un oso grande y peligroso. ¿Quién le teme al oso? ¡Nadie, aquí no hay ningún miedoso! Pero... ¿qué sucede si de verdad encuentras un oso?

Canción infantil de la tradición inglesa en versión de Michael Rosen (ya enlacé a la versión en video de este genial narrador inglés en otro post) y con ilustraciones de Helen Oxenbury, editada en formato álbum por Ediciones Ekaré y uno de los clásicos imprescindibles en nuestra biblioteca.

Tanto en el aula como en casa la repetición y las onomatopeyas  lo hacen fantástico para narrar o ser leído. Las ilustraciones van alternando entre el blanco y negro cuando los niños contemplan una acción y el color cuando realmente la están llevando a cabo (en palabras de su propia autora).

Como curiosidad, en contra de lo que se puede leer en muchas fichas del libro, éste no está protagonizado por un padre y sus cuatro hijos (lo que nos lleva a preguntarnos por la ausencia de la madre) sino por cinco hermanos, tal y como nos cuenta la propia ilustradora (en inglés). Tal y como ella explica, no quería adultos rondando.


Muchos monitores de tiempo libre reconocerán en esta narración la canción-juego "Voy en busca de un león". Si encuentro una versión a mi gusto os la enlazo. Actualización: esta versión se parece bastante a la que yo conocía de mis tiempos. Y el Scouter es un crack, como dicen en los comentarios (¡así se hacen las cosas!), merece la pena verlo:



Finalmente, aquí de nuevo el video en inglés "edición 20 años" por el gran Michael Rosen:

Al lobito, lo duerme la loba, como es natural, pero ¿quien duerme a la gata, al león, al conejo... o a la luna?

Un poema muy tierno de Antonia Rodenas, preciosamente ilustrado por Rafael Vivas y editado por Anaya dentro de la Colección "Mi primera sopa de libros", libros de cartoné para prelectores y primeros lectores.

Aquí la ficha de la revista Babar.


A Oliver Button no le divierte hacer aquellas cosas que se supone deben hacer los niños. él prefiere pintar, recoger flores, saltar a la comba o disfrazarse. Los otros niños le llaman "El Nena". Pero Oliver les va a demostrar que el también puede ser un fenómeno... de otra manera.

Todo un clásico plenamente actual, escrito e ilustrado por Tomie de Paola y publicado en España primero por Susaeta (mi edición es de 1979) y desde 2001 en el catálogo de Everest.

Tomie de Paola (nacido en 1934) ha escrito e ilustrado más de 200 libros infantiles (a mí me encanta también "Abuela de arriba, abuela de abajo").

Oliver Button es, desde su publicación, uno de esos grandes favoritos de las personas que trabajan en coeducación ya que nos permite enfocar los roles de género . Pero Oliver es ante todo un cuento sobre afrontar el matonismo y ser nosotros mismos. Todo ello dentro de una gran historia que conecta con los niños.

Recomendado para niñas y niños de 4 a 8 años especialmente, aunque narrado cala perfectamente en toda Primaria (basta con poner a Oliver a bailar Street Dance o similar). Si os manejáis con el inglés, aquí va un análisis que me ha gustado. En castellano, aquí va otro.

Ahí va el audio.

Un día apareció un león en la biblioteca. El reglamento no decía nada sobre leones en la biblioteca, y pronto comenzó a ayudar desempolvando las enciclopedias, lamiendo los sobres y alzando a los pequeños para que alcanzaran los estantes más altos. Pero un día tuvo que rugir. No está permitido rugir en una biblioteca... a no ser que sea por una buena causa.

Un álbum ilustrado sencillamente genial. Escrito por Michelle Knudsen e ilustrado por Kevin Hawkes, está editado en España por Ekaré.

La historia es muy divertida, tomando como punto de partida un hecho absolutamente insólito e increíble pero que sin embargo es aceptado de manera natural por niños y mayores: la llegada de un león a la biblioteca pública, con la única condición de que puede quedarse si respeta las reglas (tip para narradores: aprovecha los momentos hilarantes que pueden producir las veces en que se cita el reglamento, el hecho de centrarse en la norma y no en que estamos hablando de un león -ese juego con la extrañeza y la distancia que tomamos con la historia).

Como en todo buen álbum, las ilustraciones no solo "visten" el relato: lo desarrollan y amplían (impagable ese león bajo la lluvia, o la escena final con el recibimiento por los niños y la bibliotecaria).

Y para aquellos a los que les vengan bien las pistas educativas, un cuento que nos habla de aceptación y amistad, de crear lazos y también de normas, claro, de respetarlas y también de dejarlas a un lado cuando es necesario.

Un álbum imprescindible, ya digo. Para ir abriendo boca, os dejo el audio (leído, no contado, y más rápido de lo aconsejable como ya expliqué en este post).

Gus necesita una mascota para El Gran Concurso de Mascotas. ¿Será Supermosca la adecuada o pensarán que es una cacota?

Pequeño libro escrito e ilustrado por Tedd Arnold publicado por Beascoa, forma parte de una serie perfecta para los pequeños lectores que comienzan a ser autónomos (Supermosca en el cole, Vuela Supermosca, vuela, Bravo Supermosca...).

El formato elegido es muy manejable para niños de a partir de 5 años. Cuenta con muy poco texto, muy sencillo y puede ser leído por nuestros primeros lectores sin cansanse, resultando muy motivador. Las ilustraciones son muy divertidas, amplían el texto y perfectas para su comprensión (podríamos decir que es un mini-álbum ilustrado).

Aquí os dejo el audio en mp3, cuando podáis verlo en directo comprenderéis lo mucho que aportan las ilustraciones. Recomiendo mucho, mucho toda la serie.


El viernes 16 de agosto tuve el placer de contar cuentos en la pequeña biblioteca de Nueva de Llanes, en Asturias (y sí, la playa de la foto está a dos kms). Para mí fue una sesión muy especial (y no sólo porque tuviera entre el público a gran parte de mi familia robando protagonismo en varios sentidos).


La sesión elegida fue "Bichos y demás parientes", mi sesión de cuentos de animales. Es mi sesión "todoterreno", pensada especialmente para adaptarse a cualquier público infantil: pequeñitos, más mayores, movidos, tranquilos... Se puede hacer más larga, más corta, más intensa o más suave según haga falta. Y es todoterreno porque la única condición para que un cuento pueda entrar en ella es que aparezca algún animal. Fácil ¿eh? así, según veo al público, según avanza la contada, puedo cambiar.


En esta ocasión cayeron finalmente "El pez arcoiris" (puedes escucharlo leído aquí), "La bruja Brunilda" (aquí el post con el audio del cuento leído) y "La ovejita que vino a cenar" (en este post). Y de postre, mi libro comodín: "Erase una vez" (os lo presento otro día... es genial). No me atreví con "En busca del beso" porque, como ya conté en su momento, la versión que cuento es la de mi hermano Miguelo, que ha customizado el cuento para que aparezcan varios miembros de la familia... todos entre el público (qué cosas; algún día escribiré sobre ese momento en la trayectoria del narrador en el que deja de darte vergüenza que te vea la familia).

La sesión comenzó puntual... desbaratando así mis previsiones de que viernes de agosto a las 7 de la tarde de un día de playa probablemente a la hora iba a estar la narradora y su clá personal. Pero no. Todos puntuales como clavos. Unos 20 niños y sus familias (no está mal para ser día de playa y de fiesta grande en Llanes, chorripicientos gaiteros recorriendo las calles).

Fue una contada de esas... trabajosas (de esas que sientes como que vas atravesando un viento muy fuerte, y tu luchas contra el viento, y te cansas, y...). El espacio, una sala vacía que la Casa de Cultura utiliza para diferentes eventos, ofrece unas condiciones, como diría yo... algo dificilillas. 

La sala, como podéis ver en la foto, no es que arrope estéticamente al narrador. Además está situada encima de la cafetería del centro y los ruidos son una tortura: moler el café, encender la cafetera, llamar a voces para que te atiendan... Y hace un calor...

Además, la familia es un arma de doble filo: están de tu parte, pero se toman unas confianzas... Te toman el pelo, salen al escenario a sacar fotos del público, se enfurruñan cuando no les haces caso... Vamos, que si uno es capaz de contar con un público que incluye abuelos, tíos, primos e incluso hijos propios, es que es un profesional.

De modo que entre el ruido y el calor el pobre público lo tenía algo difícil... ¡Pero funcionó! De allí no se movió nadie (bueeeeno, vale, un par de bebés) hasta que conté los cuatro cuentos previstos. Bueno, como suelo explicar al principio de las contadas, tres cuentos y algo de reserva: ese "algo" es un cuento si la cosa fluye o un juego si les veo cansados (tirar cohetes, comernos una sandía... esas cosillas de animación).

Y para terminar, una mención especial a Estrella, la bibliotecaria de Nueva, una gran persona y una profesional como la copa de un pino capaz de llevar ella sola (¡con muy pocos recursos!) toda la gestión cultural del municipio (incluido el día a día de la biblioteca) sin perder su enorme sonrisa y su espectacular buen humor. Son los profesionales como ella los que están sacando adelante el país, sí señor.

Moraleja: el año que viene vuelvo, que me lo pasé pipa. Luego es muy gracioso encontrarte a los niños por el pueblo. ¡Qué majos son!!
"Adivina cuánto te quiero" es uno de los grandes clásicos de la Literatura infantil y juvenil, un álbum escrito por Sam McBratney e ilustrado tiernamente por Anita Jeram que nos muestra el inmenso amor de la pequeña liebre color avellana por la liebre grande superado tan solo... por el amor de la gran liebre color avellana por la pequeña (como madre, no puedo evitar emocionarme con el final de este cuento).

Este libro es uno de los imprescindibles, reeditado año tras año y se convierte en uno de los favoritos de los peques. Se puede encontrar en muchos formatos: libro de tela, calendario, para el baño, con peluches, desplegable, puzzle... Y, por supuesto, Kókinos es una de las grandes editoriales LIJ de hoy en día.

Un cuento perfecto para leer antes de ir a la cama a nuestros peques de 3 a 6 años.

Para saber más sobre los autores, dejo aquí la web de Anita Jeram y una entrevista con Sam McBratney en el sitio Reading Rockets (muy recomendable). Ambas en inglés, lo siento.

Había grabado una lectura de este gran clásico pero buceando por estos mares he encontrado algo mucho mejor: un vídeo estupendo. Así que ahí va:

Adivina cuánto te quiero from LuisA on Vimeo.

¿Tienes un cumpleaños, una visita a un amigo con hijos al que hace tiempo que no ves, un "porque hoy es hoy" cualquiera y quieres regalar un libro a un niño o una niña, o vas a pasar por la biblioteca sin el peque destinatario y no sabes cómo elegir?

Aquí va un truco que funciona especialmente con lectores autónomos de entre 8 y 12 años: elige un libro en el que el protagonista tenga entre uno y dos años más que el niño o la niña en cuestión. Y viceversa: si abres un libro y no sabes para que edad está destinado, mira la edad de la niña o el niño protagonista y resta (muchas editoriales lo suelen marcar, aunque otras parece que han descubierto que si no lo ponen amplían el espectro de posibles lectores y, por ende, compradores).

¿El protagonista no dice su eda? ¡Aaaah!

Acertar con la edad es uno de los pasos, ya iremos dando más.

Como cada noche, la oscuridad envuelve el estanque. Y, como cada noche, Jerónimo tiene miedo. 

Porque la noche tiene sus propios ruidos (scric, scrac, bibib, blub) pero a veces hace falta tan sólo un empujoncito para aprender a mirar más allá. Un álbum ya clásico escrito e ilustrado por Kitty Crowther y editado por Corimbo.

Kitty Crowther es una escritora e ilustradora belga que ha sido galardonada en 2010 con el Astrid Lindgren Memorial Award, otorgado anualmente por el gobierno de Suecia a un autor de literatura infantil y juvenil, a un ilustrador o a un promotor de la lectura, de cualquier país del mundo (este 2013 lo ha ganado la argentina Isol).

Un álbum sobre uno de los miedos infantiles más arraigados: el miedo a la oscuridad (ese miedo que creo que todos hemos tenido de niños y que de mayores creemos que ya se nos ha pasado... hasta que nos encontramos a oscuras en un lugar desconocido o un situación extraña, o si no prueba a pasar una noche en un bosque una noche sin luna ni estrellas).

Aunque leído es un cuento muy entretenido y que da pie a mucha conversación padre-hijo, cuando de verdad puede lucir este cuento es narrado (con o sin el libro), ya que puede dar mucho juego: podemos crear una sensación de inquietud creciente con nuestra voz, podemos hacer un guiño a los padres con ese pequeño empeñado en no separarse de nosotros (esa despedida que no se acaba, esos innumerables paseos nocturnos, ese no poder dormir porque alguien te da patadas o te ha puesto sus pies en la cabeza -y lo dice una defensora del colecho). Podemos también vindicar al pequeño haciendo que papá rana pase susto cuando escucha los ruidos y tenga que plantearse ser valiente...

Está recomendado para de 3 a 6 años, pero desde mi punto de vista se puede narrar a niños y niñas más mayores también (ummm, quizá hasta 10 años, remarcando los aspectos de miedo y humorísticos).

Mañana viernes a las siete de la tarde estaré contando "Bichos y demás parientes" en la pequeña biblioteca de Nueva de Llanes (Asturias).

Si estás por la zona y andas harto de gaitas, deja a San Roque para los turistas y pásate con tus peques. Recomendado entre cuatro y ocho años, pero todo el mundo es bienvenido.

El capitán Calabrote había sido el más terrible de los piratas. Pero ahora estaba retirado en una isla desierta y ocupaba sus días recordando viejas aventuras y escondiendo su tesoro. Hasta que un día un segundo viejo pirata elige su isla para retirarse...

Otro preciosos álbum de la siempre eficaz editorial Kalandraka, escrito por Alberto Sebastián e ilustrado por Carles Arbat.

Alberto Sebastián es maestro, titiritero y cuentacuentos, y puedes conocerlo mejor en su web

Carles Arbat nos ofrece en este título unas ilustraciones coloristas y desde mi punto de vista un tanto oníricas. Los viejos piratas se nos muestran entrañables y amables. Aquí la web personal del ilustrador.

Este título nos permite trabajar en casa o en el aula valores como la amistad, emociones (pérdida), el paso del tiempo...

Dejo también el enlace a la ficha del álbum publicada por la editorial. Y, finalmente, el cuento leído en formato mp3:

Se puede adquirir por ejemplo en Casa del Libro.
El cofre de los cuentos es un más que recomendable blog en el que Nanny Ogg (Dolo Espinosa) publica unos estupendos cuentos de su propia autoría.

En general se trata de cuentos muy divertidos (o al menos a mí me lo parecen), con cierto grado de irreverencia y una clara apuesta por determinados valores "muy valorables" que, sin embargo, no lastran lo más mínimo los cuentos (ya hablaré en el futuro de valor educativo versus valor artístico).

Así, podemos encontrar a Theresa, la princesa que no quería ser princesa o a Simeón el dragón, a la caza de su propia princesa, o seguir los apuros de los habitantes de Vayacalor y Menudalluvia, por citar tan sólo tres de los que más me han gustado.

Si buscas cuentos para tu peque o para tu clase, no dejes de abrir el cofre de los cuentos.

Pepe es un pirata alto y pelirrojo, con pata de palo y parche en un ojo. También lleva un garfio porque la metralla le arrancó la mano en una batalla.

Rima tras rima, descubrimos que Pepe es rico, pero  no feliz. De ser un gentil mozo pobre pero honrado a perder su gallardía no le compensan todos sus tesoros.

La editorial SM publica este cuento escrito por Ana María Romero Yebra e ilustrado por Mikel Valverde dentro de su colección "Cuentos de ahora". Indicado a partir de tres años, es el primero de una "saga" de aventuras del pirata Pepe (El pirata Pepe y la princesa, Nuevas aventuras del pirata Pepe...) en la misma colección.

Los versos de Ana María Romero Yebra son frescos, muy divertidos y nos presentan la evolución del pirata Pepe desde su presente, sus recuerdos de su pasado como buen mozo pobre pero honrado hasta su decisión de dar un nuevo rumbo a su vida. Puedes hacer una visita al blog de Ana María aquí.

Las ilustraciones de Mikel Valverde a mí personalmente me recuerdan a mi muy querido Quentin Blake y nos ayudan a empatizar con ese pobre Pepe que se está quedando en nada por culpa de su profesión. Mikel Valverde es escritor e ilustrador (es autor, por ejemplo, de la serie juvenil Skaters, publicada en Edebé indicada a partir de 10 años, o de la serie de El mundo de Rita, en McMillan a partir de 7 años). Para conocer mejor a Mikel, aquí está su blog.

Uno de esos títulos ideales para aprender de memoria y declamar a coro gestualizando las diferentes penas de Pepe. El texto está en mayúsculas, facilitando participar en su lectura a niños y niñas que están comenzando a leer. Y, puestos a utilizarlo en contextos educativos, permite trabajar valores reflexionando sobre aquello de "el dinero no da la felicidad".

Aquí va el audio:

Se puede adquirir por ejemplo en Casa del Libro o directamente en la tienda online de la editorial
El abuelo Carmelo tenía un jardín. Allí, abuelo y nieto pasaban las tardes, regaban y jugaban con los charcos de la lluvia. Ahora el abuelo ya no está, pero algunas tardes, cuando vuelan las golondrinas a ras del suelo, todavía se ocupa de regar.

Otro precioso álbum de la editorial Kalandraka, escrito y hermosamente ilustrado por Dani Torrent. Un álbum que nos acerca sutilmente al paso del tiempo, el hecho de crecer y la inevitable pérdida de nuestros seres queridos.

Dejo el enlace a la ficha elaborada por la editorial Kalandraka, una de mis editoriales LIJ favoritas.

También merece la pena visitar la reseña del libro que realizaron los autores del blog Soñando Cuentos, en la que podéis ver algunas de las preciosas ilustraciones del álbum.

Y, finalmente, mi lectura:


Puedes adquirir este libro directamente en la tienda online de la editorial
Esta semana os dejo la versión (en inglés) de "We are going on a bear hunt" ("Vamos a cazar un oso") narrada Michael Rosen, autor de la adaptación y desde mi punto de vista un narrador excepcional. No cuento más ya que para después de verano prepararé un post más extenso con mi propia lectura incluida (¡que atrevida es la ignorancia).



Dejo de paso "No breathing in class", que me parece desternillante.


Si te gusta, deja tu opinión. Si no te gusta, deja tu opinión. si te gustaría que estuviera en español... ¿a ver si lo adivinas? Exacto ¡deja tu opinión!


La serpiente ha puesto sus ojos en el anciano y se lo comerá a no ser que este le presente un bocado mejor. Pedir ayuda al mosquito tal vez no haya sido la mejor idea.

Cuento tradicional chino adaptado por Margarita del Mazo y con ilustraciones de Roger Olmos, editado maravillosamente por OQO dentro de su colección "O". Aquí os dejo el enlace a la ficha realizada por la editorial.

La historia narrada es sencillamente genial, tanto para ser leída como contada. Ofrece momentos rimados que enriquecen el texto dándole ritmo y fuerza (se nota que Margarita del Mazo es narradora) y las ilustraciones de Roger Olmos amplían la historia y la llenan de pequeños detalles que permiten leer el libro una y otra vez (incluso, desde mi punto de vista, le aportan un puntillo "hardcore" que encantará a niños más mayores). Atención, porque la historia empieza ya desde las guardas.

En definitiva: una delicia para cualquier narrador con ganas de pasarlo bien. Otra maravilla de OQO, una editorial que se atreve a arriesgar y nos ofrece títulos diferentes y de gran calidad artística y literaria. Ahí va el cuento leído:




Había una vez tres feroces bandidos, de negra capa y negro sombrero. Eran tipos terribles... hasta que conocieron a la pequeña Úrsula.


Otro de los grandes clásicos de la literatura infantil, obra de Tomi Ungerer. Publicado por primera vez en 1961, ha sido constantemente reeditado desde entonces. En España está editado actualmente por Kalandraka, aunque la lectura que yo os dejo es de la editorial Susaeta (mi ejemplar, en cambio, está en francés, editado por L'ecole des Loisirs y es un incunable: pertenece a una edición en la que se censuró al borrachín de la página 33. No es que yo sepa francés, ojalá, pero lo compré cuando estaba descatalogado y para mostrar me vale).

Yo lo suelo contar con ayuda de los personajes realizados en cartón pluma. Los bandidos llevan imanes para colocarles las "herramientas de bandido" (cuando lo cuento, aunque la historia es sencilla y corta y se puede contar casi "de memoria", realizo siempre ciertos cambios como hablar de herramientas en vez de armas -tiene que ver con el hecho de que lo suelo contar para niñas y niños de educación Infantil- o como decir personas que se desmayan o tienen mucho miedo en vez de mujeres u hombres, que es como veréis que está en el texto leído).

A continuación, el cuento leído:


Aquí os dejo también el fantástico vídeo de animación realizado por Aura comunicación:


Finalmente, podéis leer la ficha preparada por la editorial Kalandraka.

¿Tienes hijos en edad escolar? Si la respuesta es “Sí” seguramente habrás recibido del colegio una bonita carta que puede que empiece con un “¡Enhorabuena! Ya hemos llegado al final de (1º, 2º…)” y acabe con un “¡Que lo paséis muy bien!”. Entre medias, y cito textualmente de la que tengo en mis manos, como “es tiempo para descansar, jugar y disfrutar del verano, pero tiempo también para trabajar un poquito y así no olvidar todo lo que hemos aprendido”, pues toma: dos páginas de “recomendaciones para el verano”: lengua, mates, inglés, science (cosas del bilingüismo), que si webs, que si apps, que si cuadernillos…

Que digo yo que el que recuerde con cariño los deberes del verano es que no tiene corazón.

Mi opinión sobre hacer deberes en vacaciones: yo personalmente no estoy de acuerdo, si a mí no me gusta hacer deberes en verano, entiendo que a los niños tampoco. Y la lucha diaria para que los hagan desgasta mucho a toda la familia. “Pero es que si no hacen nada se les olvida”, diréis. Pues claro, pero se les olvida a todos y así empiezan más o menos parejos en septiembre y no nos vamos dejando descolgados a todos los que no tienen detrás una familia con posibilidades achucho-educativas. Pero para que veáis que soy una persona sensata, aquí os dejo una opinión diferente. Y, de paso, un pequeño reportaje en La Ser:


Dicho esto,  voy a centrarme en uno de los temas estrella: la lectura.

Voy a arriesgarme: vuestra hoja recomienda leer todos los días un rato. Valgan como ejemplo los 20 minutos que recomiendan en mi cole para las niñas y niños de 6-7 años, lectura en compañía de un adulto y respondiendo al final preguntas de comprensión lectora (eso sí: nos dejan leer lo que queramos). Y luego copiamos algunos fragmentos.

Nada del otro mundo ¿verdad? 

Ahora coged vosotros “El tiempo entre costuras” (o “50 sombras de Grey”. O “Los pilares de la Tierra”. O…). Todos los días, después de desayunar me vais a leer 50 páginas, ni más, ni menos. Y luego me lo contáis. No, mejor me hacéis una redacción. Y las palabras que no conozcáis las copiáis 20 veces en el cuaderno.

No mola. Pues eso.

Hagamos un favor a nuestros niños y niñas: separemos la lectura-competencia básica de la lectura-afición al máximo posible. Pero como es muy fácil confundirlas, vamos a tratar a ambas con muuucho cariño, que para eso estamos de vacaciones.
Para la lectura-competencia propongamos que nos echen una mano para encontrar una calle, leer una receta, escribir a la abuela o hacer la compra. Mandemos wasaps a los amigos, dejemos notas en la nevera, estrenemos un juego con instrucciones sencillas… Una pequeña trola como “¿dónde habré puesto las gafas?” nos puede ayudar.

Para la lectura-afición aseguremos el cuento de antes de ir a dormir (o de la hora de la siesta, o de antes de ir a la playa…) pero no temamos saltárnoslo, que no es obligatorio. Inventemos historias para ellos o juguemos juntos a inventarlas, dejemos que nos cuenten cuentos, hagamos visitas a la biblioteca (¿conoces ya la biblioteca del pueblo donde pasas unos días de vacaciones?), paseemos con un libro en la mano y digamos al niño “Ahora es mi rato de leer” (implica sentarse y al menos hacer como que leemos), preguntemos “¿de que va?”, hablemos de lo mucho o lo poco que nos gusta, abandonemos el libro a medias.  Y nunca, nunca obliguemos a leer.

Mi mejor deseo: ojalá se estropee la televisión.

Postdata para que conste, por si a alguien le queda alguna duda: a mí me caen bien los profes. Mi familia está llena de profes. Yo misma soy una de ellos. Somos buena gente.

Ayer sábado tuve el gran placer de estrenar las actividades de la papelería Carlin Vallecas con un cuentacuentos de lo más intenso. Y, sí, papelería.

Contar en sitios nuevos siempre es un reto, pero si el sitio no sólo es nuevo para mí sino que a) es la primera vez que allí se cuentan cuentos, b) no es un espacio donde la gente esperaría que se cuenten cuentos y c) no es un espacio habilitado para narrar, pues... ¡NERVIOS INTENSOS!

En espacios inauditos e inéditos el mayor temor siempre es ¿habrá público? Uno espera cuentos en una biblioteca, en un pub con solera cuentera, en una librería infantil, en la Feria del Libro... pero ¿en una papelería? Pues señores: el espacio es chulo. Y es muy chulo porque Sergio y familia se lo han currado.

Al igual que el espacio, se curraron una intensa labor de promoción entre la clientela, usuarios de la tarjeta lector con que cuenta el negocio. Pero, como suele suceder con las actividades gratuitas, reservar no significa "voy seguro" sino "bueeeeno, hace calor y los niños están en la pisci... ¿teníamos algo que hacer esta tarde?". Es decir, que fuimos pocos: desde aquí agradezco a los creadores de whasapp que hayan puesto a disposición de la humanidad esta impresionante herramienta para convocar amigos. Y, por supuesto, mi gratitud eterna a las y los que respondieron a la llamada. 

Contar para poco público, curiosamente, es más difícil que contar para muchos. Todo se amplifica, cualquier fallo o pérdida de atención destaca mucho más. Y si además gran parte del público te conoce "de la vida real", si tu hija pequeña está entre el público y se enfada cuando te interrumpen o te pisan la historia o si tienes un toddler robándote el agua y de paso el protagonismo... En realidad, salimos todos muy bien parados. Que se noten las tablas. Sesiones así son de las que desoxidan, que es lo que yo necesito.

Elegí los cuentos de entre mis preferidos dentro de mi repertorio: El pez Arcoiris, En busca del beso y La ovejita que vino a cenar, con el extra siempre loco de Erase una vez (de éste haré una reseña en breve). Quien me haya visto contarlos verá que se parecen a los cuentos leídos, pero lo justo.

En fin, que para mí la experiencia fue intensa, me lo pasé estupendamente y hasta nos llevamos unos regalitos de papelería chulísimos (mi hermana y yo siempre quisimos tener una papelería, tanto nos gustan los papeles, los cuadernos, las pinturas... más que una librería, fíjate). En fin, que yo repetiría sin dudarlo.

Un beso a Paloma y Carla, a Irene, Roberto, Yolanda e Ignacio, a Pili, Hugo y Nathan (¿lo he escrito bien?) y resto del público. Muy bien todos, sois un público estupendo. Y a la organización: mil gracias.
Arcoiris es el pez más hermoso del océano, con sus preciosas escamas de mil colores. Pero a pesar de su belleza se siente muy solo. ¿Por qué los demás no quieren jugar con él?

Uno de los grandes álbumes clásicos, escrito e ilustrado por Marcus Pfister y editado en España por Beascoa. La primera edición es de 1998 y sigue reeditándose año tras año.

Este título es toda una referencia en Educación Infantil, tanto en primer como en segundo ciclo, no hay niño que no lo conozca y se utiliza como punto de partida para trabajar aspectos que van desde los colores hasta la importancia de compartir.

El personaje forma parte de una serie (El pez Arcoirirs y la cueva de los monstruos, El pez Arcoiris descubre el mar profundo...).


Así leído quizá a algunos os pasará como me ocurrió a mí la primera vez que lo tuve en mis manos, que me  pareció un cuento empalagoso y al que se le veía el plumero educativo del "qué bonito es compartir", pero una vez trabajado para ser narrado es un cuento que da mucho juego, uno de mis favoritos y de los que más cuento.

Fuente: Editorial Juventud
Ya comenté en un post anterior algunas opiniones que me genera la propuesta de animación a la lectura que se suele hacer en el cole de mis hijas, así que hoy traigo una muestra de los resultados.

El otro día me traje a una amiguita de mi hija menor a comer a casa y a jugar un rato. Como ella terminó de hacer los deberes antes que mi hija, le comenté así de pasada "¿Quieres leer un cuento mientras esperas?" La respuesta fue muy clara: "No. No. NO QUIERO. NO ME GUSTA. YO YA HE HECHO LOS DEBERES!!!"

La reacción fue visceral. Le comentamos que por supuesto no era obligatorio, que era por si quería entretenerse un rato, incluso mis hijas aportaron su opinión, pero cada comentario nuestro elevaba la respuesta. Hablamos de una niña de la que según creo ya lee perfectamente.

Así pues, me senté en el suelo y disimuladamente empecé a leer en voz alta un cuento muy sencillo que habíamos sacado de la biblioteca y que mi benjamina disfruta leyendo de forma autónoma: "Pero papá", de la Editorial Juventud.

Y ahí sí: la niña se enganchó a la historia, buscaba ver las ilustraciones, aportaba su opinión, hacía preguntas... Disfrutó con el cuento.

Blanco y en botella, leche.

Cuando yo era pequeña aprendí a leer sin lecturas obligatorias. Sí, teníamos libro de lectura, con pequeños textos de tipo variado, cortitos, de complejidad supongo que creciente, del estilo del que usan ahora también en los coles, pero no nos llevábamos un libro de la biblioteca de aula para leer el fin de semana y hacer una ficha ni nadie me obligó a leer 15 minutos diarios como quien se toma una medicina prescrita por el médico. Y no me debió ir mal, mis padres siempre cuentan la anécdota de que no tenían ni idea de que yo sabía leer hasta que un día me lancé a leer los letreros que veía por la calle.

Empecé a acudir a la biblioteca del cole en sexto (apunto que yo soy de la EGB). La lectura salvó mi vida, o al menos mi sentido del yo, ya que mi timidez me dificultaba los recreos de comedor y con un libro en la mano daba igual que tus amigos comieran en casa. Creas fama de rara, pero ese ya es otro asunto.

En octavo tuve mi primera experiencia de lectura obligatoria: Tres cazadores en Siberia (mi ejemplar, en edición de la Editorial Noguer, sigue por ahí por casa). Me pareció infumable, así que sólo me leí el capítulo que me tocaba resumir y comentar. Todavía me pregunto que pensaría mi profe, porque saqué buena nota pero el resumen no tenía ni pies ni cabeza (me había tocado un capítulo de los de en medio).

(Años después me reencontré por mi cuenta con los tres cazadores... ¡y me encantó! Para que veas).

Este mismo repelús me lo dieron las lecturas obligatorias del instituto. Al menos nos las vendían bajo el pretexto de ser "literatura antigua": La celestina, el libro del buen amor, el quijote, las cartas de Larra, La busca... y la profe tenía la suficiente sensatez para no comprobar si lo habíamos leído completo. Eso sí, nunca me vi obligada a leer un libro de los que se suponía orientado a mi edad como las colecciones de títulos que preparan hoy en día las editoriales a la caza del lector cautivo. Muchas son novelas que realmente merecen la pena, pero a las que la obligatoriedad a menudo les roba la emoción. Y sí, alguno se engancha a la lectura con ellas pero...

Entonces ... ¿cómo animar a leer?

Quizá sea más fácil determinar como NO animar a leer. La lectura, la literatura, de ficción o de no ficción, prosa o verso, puede cumplir muchas funciones, pero si se busca descubrir a nuestros niños y niñas el placer de la lectura no puede nunca, nunca, ser obligatoria.

¿Eres profe? ¿Eres madre o padre? Cuéntame qué te parece o cómo lo haces.
Fuente: http://www.gennarovarriale.it
Estoy apestosamente afónica, lo que para mí es una tortura (pero para la tranquilidad familiar parece que va bien, no veas lo difícil que es perder los nervios con tus hijas cuando no puedes gritar). Así que, en vez de cuento, toca "teoría".

Dice la wikipedia que el tempo es la velocidad con que debe ejecutarse una pieza musical y el ritmo hace referencia a la cronología de sonidos y silencios.

Vamos por el principio: si habéis escuchado los cuentos en mp3 que subo a este blog, quizá hayáis pensado "¡como corre!". Y tendréis razón: en este blog corro mucho. Pero es a posta, no vayáis a creer que yo cuento cuentos siempre a toda velocidad.

No, los cuentos tienen que respirar. No es ya que cada cuento tenga un ritmo distinto, no, es que en un mismo cuento habrá pasajes para correr y pasajes para pasear lánguidamente, para dar saltos y para quedarnos absolutamente quietos. No es lo mismo contar (o leer, o...) que ella "estaba tan nerviosa que le latía el corazón a mil por hora y no sabía dónde meterse" que explicar que "cuando la luz del sol comenzó a calentarle el rostro, se desperezó lentamente y se puso en pie con cuidado". El ritmo cuenta, como tantas otras cosas que ya iremos desgranando.

Y además también se trata de dejar que el público respire, de que le llegue la historia. Tiempo para reir y tiempo para emocionarse, tiempo para sentir el terror o la felicidad del protagonista, para crear en su imaginación las imágenes, las sensaciones, las emociones que transmitimos. Si atropellamos la historia le estamos robando a nuestros oyentes la posibilidad de que ésta le implique profundamente.

Y creedme: es muy fácil correr. Incluso los narradores profesionales tienen momentos de nervios en los que la historia es nueva, o el público es difícil, o el ambiente es poco adecuado. Cuando predominan las ganas de acabar prontito frente a las de narrar (señal indudable de que mucho no estamos disfrutando), todos tendemos a correr. Para. Frena. Respira.

¿Y si estoy leyendo? Más a mi favor. Si estoy leyendo necesito un tiempo especial para conectar con esos oyentes a los que la mayoría del tiempo no estoy mirando (lo voy avisando: ya hablaremos de la mirada). Tiempo para mostrar las ilustraciones si las hay o responder preguntas. Incluso para pasar las páginas.

Narrando, leyendo, mostrando, teatralizando... todo tiene su tempo y su ritmo. Respetemos ambos a favor del cuento.

Entonces ¿yo por qué corro? La razón es sencilla: porque no os tengo delante, queridos oyentes. Y así, en el vacío del espacio digital, los espacios en blanco se vuelven eternos.
En el norte de Turambul, había una vez una señora que era la peor señora del mundo. Era una señora mala, terrible, espantosa, malvadísima, la peor de las peores señoras del mundo. La más malvada de las malvadas.

Un divertidisimo cuento de Francisco Hinojosa con ilustraciones de Rafael Barajas, editado por Fondo de Cultura Económico.

Se trata de un cuento políticamente muy incorrecto que puede causar rechazo entre los educadores. La peor señora del mundo no se llama así por nada: es mala, remala, maltratadora y de pocas luces, y sin embargo es derrotada habilmente sin recurrir a ningún tipo de violencia.

Se trata de un cuento algo más largo que los anteriores. Fondo de Cultura Económica (otra de las grandes editoriales LIJ de las que podemos disfrutar en castellano) lo editó inicialmente en su colección "A la orilla del viento" en un formato pequeño y tapa blanda, con las ilustraciones en blanco y negro, y ha realizado hace poco una cuidada edición conmemorativa del 75 aniversario de la editorial en formato álbum de tapa dura, a todo color. en este caso os he leído la primera, por encontrarse en lo que podríamos llamar "español de España". La nueva edición mantiene giros latinoamericanos que a mí me cuestan un poco.

El cuento está publicado bajo la premisa "para los que están aprendiendo a leer". sin embargo, por su extensión es adecuado para ser escuchado por los pequeños (yo recomendaría a partir de seis años, por la complejidad de la historia), lectura compartida según vayan avanzando en sus destrezas lectoras y es estupendo aún para lectura autónoma para niños de hasta 10 años. Permite incluso ser representado.

Como ya he comentado, el cuento es muy, muy incorrecto, y eso a educadores y padres es normal que nos asuste, pero nos ofrece en contraparte la posibilidad de plantear y debatir de manera sencilla temas como el maltrato, formas alternativas de resolución de conflictos, la unión hace la fuerza, etc

Aquí dejo la versión leída. Mi versión contada cambia bastante. Es un cuento que forma parte de mi repertorio desde hace años pero que sin embargo no suelo contar mucho, ya que es adecuado para edades más mayores del público habitual de bibliotecas y en los coles es, como ya he dicho, un pelín arriesgado. Suelo contarlo en aulas a partir de 2º y hasta 5º-6º de Primaria.


Para terminar, os dejo una entrevista a la peor señora del mundo en el blog el Conde Letras
http://mercedeshuertas.blogspot.com.es/
Cada vez que voy a una reunión de padres del colegio de mis hijas el mismo rollo: "para que desarrollen hábitos lectores tienen que leer todos los días por lo menos 10 minutos" (o 15, o 20, según van creciendo crecen también los minutos). Me subleva. Antes intentaba aportar mi opinión (no se si experta, pero sí con fundamento, incluido un master en Promoción de la lectura) pero ya lo he dejado por imposible, no hay manera de que los profesores se atrevan a decir que obligar a leer es lo mejor que podemos hacer para que nuestros hijos... odien la lectura.

Y mira que hay cosas que se pueden hacer si de lo que se trata es de mejorar las destrezas lectoras: llevar la lista de la compra, jugar a leer anuncios por la calle, escribirnos notitas... pero no, tiene que ser tomar un libro que le guste al niño y hacerle leer. Eso cuando además no piden una ficha, un resumen, un trabajo... ¡Que la literatura es otra cosa!

Es muy fácil: dile a un adulto que cuando se acabe la novela tiene que hacer una ficha. Como mínimo te mira raro. A mí como me insistan dejo el tocho.

Mi hija mayor es una gran lectora. Aprendió a hablar muy pronto y la lectura y la escritura nunca fueron problema para ella. Desde muy pequeña lee muy bien y con entonación. Leer es una de sus pasiones y muy a menudo hay que decirle "¡Deja ya el libro!".

Mi hija pequeña es completamente distinta. Es de las pequeñas de su clase y eso siempre se ha notado, pero no siempre los profesores lo han tenido en cuenta. A finales de curso de primero de Primaria todavía silabea un tanto. Si los deberes de lengua incluyen un texto para comprensión lectora, se desanima. Y entonces ni lectura ni deberes. Pero la profe insiste en que es obligatorio leer 15 minutos al día ¡o más!

Pues no. Su madre que soy yo ha optado por no torturar a la niña con la lectura. La lectura en casa es un placer y si eso implica que le lea cuento que trae los viernes como lectura obligatoria (¡con ficha!) pues se lo leo. Y también le leo si hace falta los textos largos de los deberes (o se los releo después de leerlos ella). Y, por supuesto, el cuento de por la noche. Que eso implica que va un poco por detrás de la media de su clase, pues bueno: ya llegará. Por desgracia, otros van peor y no tienen apoyo ni en casa (porque hay circunstancias muy duras) ni en el cole con tanto recorte.

Hay tiempo para el desarrollo de las destrezas lectoras (peste de leyes educativas, con sus prisas, con lo eficiente que sería respetar los ritmos). Pero si perdemos el tren del amor por la lectura, si conseguimos que a los 6 años ya no tengan ganas de leer luego es mucho más difícil. Porque hay que tener claro que leer es en realidad una actividad muy compleja, difícil y que para los peques, mal llevada, puede producir muchos sinsabores. Pero tratada con mimo es apasionante.

Lector, lectora ¿tienes alguna opinión, estrategia... que te apetezca compartir?


Papá Noel nunca entiende bien lo que quiere Juan, por eso este año  Juan ha escrito la carta con mucho cuidado: quiere un pingüino de verdad, de los del Polo. Pero tener un pingüino en casa no es tan buena idea como parecía al principio...

Un genial álbum ilustrado de la Editorial Kókinos, escrito por Elizabeth Cody Kimmel e ilustrado por H.B. Lewis. Muy divertido de contar, de leer, de escuchar. El texto es tan bueno en sí mismo que admite desde la lectura "tal cual" hasta la narración sin apoyo del libro. Las ilustraciones refuerzan y amplían el texto, mostrando claramente las emociones de los personajes y su evolución a lo largo de la narración.

Para mí, otro de mis favoritos. Por su temática, suelo incluirlo en las contadas "navideñas".

Como ya sabéis, para mí el disfrute de la lectura y la narración es un fin en sí mismo, pero si os apetece añadirle una vuelta "pedagógica" estilo colegio, este cuento nos puede ayudar a aprender a reflexionar sobre las consecuencias de nuestras decisiones y actos, a pensar en los demás y no sólo en nosotros o la importancia de explicarnos bien.

Enlace a la ficha de la revista Babar.


"Erase una vez..." ¿Cuándo comienzan las historias?

Fuente: http://robinheyden.wordpress.com
Todos somos narradores, el ser humano lo es porque narra y se narra, la cultura nace de la transmisión de conocimientos y esta requiere de la narración, por el sistema que sea. Y todos, en tanto que narradores, descubrimos tarde o temprano que comenzar a contar un asunto (ya sea un chiste, una anécdota, un cuento o una lección de matemáticas) a menudo no es tarea fácil. Con frecuencia aparecen barreras de diferente tipo que nos impiden llegar a nuestro "público".


La atención

De entre estas posibles barreras existe una que resulta clave : la falta de atención. Si no contamos con la atención del otro, difícilmente vamos a conseguir llevar adelante nuestro propósito de contar. Por eso en la vida diaria no se nos ocurre empezar a contarle a nadie si previamente no nos parece que nos atiende: "Escucha...",  "Mira lo que me ha pasado...", "Pero... ¡quieres atenderme!"

Y sin embargo... Todavía hay quien se pone delante de un grupo y se lanza a explicar. Una lección, una actividad, un juego, un cuento (como dicen en Cataluña, donde los cuentos no se cuentan, se "explican" :-)

Como narradora, profesora, monitora, formadora (cuantas "oras") y madre se que actividades, explicaciones, lecciones, chistes... comparten con las narraciones en sentido estricto la necesidad de una estructura de apertura-desarrollo-cierre (vale también expresarlo así: planteamiento-nudo-desenlace).

Principios

Entonces... ¿cuándo comienzan las historias? Comienzan cuando buscamos -y logramos- la atención de nuestros oyentes. Para ello habremos resuelto primero las dificultades técnicas (os tengo aquí y ahora con el grado de visibilidad y sonoridad adecuados, el espacio preparado, los recursos disponibles... ya hablaremos de este asunto otro día) y nos curraremos la atención.

A veces es muy sencillo. Por la razón que sea, ya tenemos la atención de la gente. Otras veces es muy complejo. Algunos tips para los comienzos:

Rápido y efectivo: pedir atención: "¡Atención, atención! ¡Va a comenzar el cuentacuentos/los juegos de agua/la charla de las vacunas/el...!"

Algo más discreto: crear intriga. Cuando cuento para niños me ayuda (como ya comenté en otro post) mi personaje de Nika Canika. Pero no sólo porque se vista algo distinto, es más "cuestión de actitud". Me asomo. Me paseo. Me dejo ver "discretamente". Les pregunto cosas en un cuchicheo... en definitiva, creo esa cierta intriga. Por eso prefiero que los bibliotecarios o los profes no me presenten: ya lo haré yo.

Los objetos ayudan: una caja de contenido incierto, una maleta, un sombrero de mago, un bolsillo misterioso... ¿Qué habrá dentro? Los humanos somos curiosos y nos gustan las sorpresas. Presenta al principio de la clase/charla/encuentro con tu vecino un sobre, un acertijo... "¿sabes que es esto?", "¡no veas lo que me ha pasado!".

Como siempre, las herramientas clave: la mirada, la voz, la presencia. No es lo mismo recostarme en un cómodo sofá y que mi voz surja blanda, acolchada, de las profundidades de este, que sentarme casi al borde de la silla, algo echada hacia delante, las manos prestas a expresar y mirando a los ojos a todos y cada uno de los que me escuchan. No es lo mismo apoyarme en la pared lánguidamente, cruzar los brazos y mirar al infinito que plantarme sólidamente sobre mis dos pies, bien situada en el espacio de que dispongo, brazos relajados y mirada inquisitiva. Para conseguir atención primero yo debo estar atenta.

En cualquier caso, los principios son importantes. Marcar el inicio de una actividad crea sensación de estar comenzando algo. Todos juntos.

Y finales

Fuente: http://www.ishmaelscorner.com
Tan importantes como los principios pero a menudo los grandes olvidados son los finales. Todo cuentero lo sabe: si se te cae el final de la historia, parece como si todo el cuento quedara como descolorido, el público queda desconcertado: "¿se acabó o no?". 

Aprender a cerrar bien una historia es clave para el narrador. Pero igualmente clave lo es para cualquier otro perfil comunicador. Cuántas veces no habremos participado en una actividad de ocio y tiempo libre en la que, tras un día magnífico, no hay un cierre adecuado y cada cual se marcha por su lado como si no llevara todo el día hermanado con los otros participantes. Cuántas veces el timbre que señala el final de la clase lanza a nuestros alumnos en desbandada y nos deja con la palabra en la boca y una cierta sensación de orfandad. Los finales son importantes y como tales deben ser tratados y preparados. Reservarles un tiempo, establecer cómo lo vamos a hacer, qué vamos a decir... Cerrar la acción comenzada.

En los cuentos infantiles, cerrar el cuento es más o menos sencillo: "Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado". Aunque el libro no lo diga, yo lo añado. Y señalo así el momento para que los padres y profes aplaudan (los niños, motu propio, no aplauden: tú no has hecho nada excepcional).

Con adultos se puede usar ésta (en ciertos cuentos) u otras fórmulas o aprovechar el lenguaje corporal. En escena yo suelo usar el imprescindible tono descendente que marca que se trata de un final, a veces lanzo el cuento con un ligero movimiento de mi mano derecha y si aun así no lo pillan hago una ligera inclinación de cabeza.

Impartiendo clase, dinamizando una actividad, dando una conferencia... el cierre afectivo de la sesión puede hacerse de muchos modos. ¿Recordáis el "tengan cuidado ahí fuera" de Canción triste de Hill Street? ¿O el "Buenas noches y buena suerte"? Cosas tan sencillas como un eslogan, una canción, tirar un cohete imaginario, recoger las conclusiones del evento y agradecer la asistencia... No dejes que la gente se marche con la sensación de que falta algo; ¿acaso no decimos "buenas noches" a nuestra pareja? ¿no nos despedimos antes de colgar el teléfono? En definitiva: cierra la actividad de modo que tus oyentes/público/alumnos/... sientan que te despides de ellos como de personas que te importan.

Lector, lectora: ¿Qué opinas? ¿Tienes algún modo de abrir o cerrar que te apetezca compartir?



La bruja Brunilda vivía en una casa negra en el bosque. La casa era negra por dentro y por fuera. Incluso el gato era negro. Y así comenzaron los problemas. Un álbum ilustrado escrito por Valerie Thomas e ilustrado por Korky Paul. Editado por Blume. Un cuento divertido y que nos presenta cómo un mismo problema puede tener varias soluciones...

Este cuento ha sido reeditado por Blume en 2006. En la edición original la bruja se llamaba Gertrudis y el gato Jeremías, y así es como yo los conocí. Es uno de mis favoritos para contar (mucho más animadamente que leído!!), resulta verdaderamente divertido y, aunque no necesita excusas, le podemos buscar las vueltas "educativas" y aprovecharlo para trabajar sutilmente en el aula o en casa el respeto o la resolución de conflictos.


Forma parte de una serie ("La bruja Brunilda y...").


Tomi tenía una abuela y una bisabuela. La abuela siempre estaba abajo, en la cocina. La bisabuela siempre estaba arriba, en la cama, porque tenía 94 años. Una emotiva historia escrita e ilustrada por Tomie de Paola y publicada por SM en su colección "Los piratas del barco de vapor" para acercarnos de manera sencilla al tema de la muerte.

La edición que yo tengo tiene un tipo de letra "manuscrita" que la acerca a los que comienzan a leer solos.

Este es uno de los cuentos favoritos de mis hijas y sale a relucir de vez en cuando. También he contado este cuento en sesiones para adultos, en este caso con mi hermana como protagonista, a los cuatro y a los veinticuatro (quien los pillara, ya), lo que me permite darle el tono de las historias personales. A mí me resulta muy emotivo.


"¡Que viene el lobo! Campaña de protección de los lobos de los cuentos".

¿Estás harto de cuentos de lobos terribles y malvados con dientes afilados? ¿Te dan miedo las historias con lobos hambrientos con bocazas enormes? ¡BASTA! Los lobos no van a ser siempre los malos de los cuentos. Si en el fondo los lobos te caen bien, únete a la "Campaña de protección de los lobos de los cuentos" del grupo Maricastaña y descubre a unos lobos muy divertidos.

Mañana viernes 26 de abril Maricastaña estaremos contando cuentos en la biblioteca de Navalcarnero (Madrid). A partir de las 17'30. recomendado a partir de 4 años.
Florencio es un príncipe alto, guapo y con los ojos verdes al que persiguen todas las princesas. Pero Florencio ya está enamorado... Otro chiquicuento de la Editorial Bruño con textos de Fernando Lalana e ilustrado por Mª Luisa Torcida.

Es un cuento cortito y, al menos en la edición que yo tengo, publicado en letra manuscrita ideal para que esos "primeros lectores" empiecen a leer alguna palabra o frase por encima de nuestro hombro.

Podéis ver la ficha en la web del autor. Fernando Lalana es uno de los buenos escritores de literatura infantil y juvenil que tenemos en España, con una producción amplia y para todos los gustos.


Empecé a contar cuentos en 1997 de la manera más tonta: me apunté a un taller de la gran Magdalena Labarga. Aunque era monitora de niños bastante quinajos, empecé contando para adultos en diferentes pubs con el que sigue siendo mi grupo: Maricastaña. Los niños vinieron después, junto a más formación en diferentes técnicas teatrales. Hasta llegar a ser yo misma formadora en este área (vuelta al hogar: la Escuela de Animación de Castellana 101).

El escenario no me gusta: me encanta, me fascina y me atrapa. La chica tímida de toda la vida se crece en escena y se atreve hasta con los cuentos eróticos. La relación con el público no la cambio yo por ninguna droga (aunque en este punto me temo que hablo de oídas, quien sabe...).

Cuando la hipoteca llamó a mi puerta, aun sin dejarlo del todo, me centré en otros menesteres. Pero tenía tanto mono de contar que estoy volviendo al ruedo. Y ahora ¿qué?

Pues resulta que estoy oxidada. Hay que ponerse al día y revisito a los grandes, retomo mi relación con los textos, ensayo y pruebo cosas... por el momento sólo para niños.

Leo a uno de los grandes, Pep Bruno. Hay pocos en el Top Ten y Pep es uno de ellos: gran narrador, fantástico escritor, formador excelente y una persona generosa donde las haya, que comparte sus conocimientos sin medir y cuya presencia (analógica y digital) es constante. No os perdáis sus blogs (para mi gusto Por los caminos de la tierra oral es imprescindible para cualquier narrador), su web, su twitter... Tiene feisbuk, pero yo ya no doy más de mí.

Descubro que no es fan de los narradores, vamos a decir, "extremos": disfraces, gestualidad exagerada, grandes voces... Y no es el único sobre el que leo opiniones parecidas.

Vaya, parece que me esté retratando. ¡Ooops!

No nos confundamos y vayamos por partes (como dijo Jack el destripador)

No es exactamente que me disfrace, pero es cierto que cuando cuento para niños me gusta ponerme la ropa de mi alter ego "Nika Canika". Canika es mi mejor yo, el yo divertido, que mira el mundo con asombro, se lo cree todo y se sorprende de que los niños sepan en seguida la respuesta al "no lo adivinaríais ni en mil años". Canika es una persona mayor pero es rara, rompe con la idea que los niños tienen sobre madres y profesoras y me facilita a mí la vida cuentera. Me deja libre para disfrutar. Y además, mantiene la intriga (como Superman, cuando me cambio de ropa sólo los más avispados me miran como diciendo "yo a ti te conozco", y eso mola).

Y ¡recórcholis! las coletas me hacen más joven. Aunque reconozco que este look juvenil, como podréis observar en la foto, se me va a acabar en breve, que una tiene ya una edad. Mucha. Un par de años y a la empresa que me contrate le harán descuentos en la Seguridad Social.

Supongo que podría hacerlo vestida de calle, pero cambiarme de ropa forma parte de mi ritual cuentero. Para adultos soy sólo Nika, y también me "disfrazo" en cierta medida: me pongo "la ropa de salir", porque yo soy bastante de ir de trapillo pero para la escena me pongo guapa (bueno, se hace lo que se puede). Como para una entrevista de trabajo pero en versión nocturna. Aunque la última vez que conté en un pub todavía se podía fumar en ellos (¡y la tortura que era para la voz!), haceros una idea. Y creo que aún no tenía hijas (¡glups!).

Punto dos: mi trabajo con los cuentos infantiles se basa bastante en la gestualidad y la voz. Vamos, que quizá soy un tanto "vocinglera" (si habéis escuchado mis cuentos en este mismo blog podéis haceros una idea, aunque leído y contado no es lo mismo). En espacios grandes, como suelen ser muchas de las salas que actualmente usan las bibliotecas para las sesiones de cuentos, que en ocasiones llegan a ser un salón de actos, suelo soltarme la melena. Conste que eso no implica que me pase el cuento correteando por el escenario, más bien al contrario.

Sin embargo, me encanta contar con el libro en las manos, pasando páginas y apoyando la creación de ambientes y personajes con tan sólo la voz. Este lujo me lo permito en espacios pequeños, donde el público está prácticamente a mis pies y la distancia máxima a la última fila son 4-5 metros. Incluso puedo sentarme en una banqueta. Aunque a veces tengo la sensación de que este estilo no es bien valorado por la entidad que te contrata, que prefiere el anterior. Pero a cada cual lo suyo.

En el primer caso también suelo llevar los libros y los muestro, antes, durante o después.

Otro asunto: soy partidaria de favorecer la participación, incluso cuando ésta supone escuchar a unos cuantos diciendo "pues yo tengo un perro" o "mi papá es carpintero". Es cierto que hay que saber llevarla (dejo este tema para otro día) pero yo no necesito silencio para contar (bueno, el de los padres y profes del fondo no estaría mal, a veces son los más difíciles de enganchar a la contada!!). Si la cosa va bien, el silencio surge él solito cuando es necesario y se marcha cuando sobra.

Finalmente, para acabar con estar primeras reflexiones sobre mi visión personal del Arte de contar cuentos, me gusta armar las contadas alrededor de un hilo conductor; ahí está el ejemplo de "¡Que viene el lobo!", armado alrededor de una supuesta campaña de protección de los lobos de los cuentos.

Cuando el mercado lo permite, mi compañero de grupo Miguelo (a la sazón, mi hermanito pequeño, born in nineteen seventy four, you see) y yo teatralizamos este marco en el que las historias se insertan como en un todo. Ambos somos de la misma escuela (si cabe, él es más teatrero que yo: no en vano es artista de circo). Trabajar con un compañero como Miguelo es un placer y tremendamente divertido, aunque aún no hemos probado a contar a dúo, como hacen Légolas Colectivo Escénico. La crisis se llevó en gran medida la posibilidad de estas contadas conjuntas, pero todo es ponerse.

En fin, ya avisé en el título del post: estas reflexiones no tienen orden ni concierto. Pero inician una serie en la que iré desgranando poco a poco mi visión sobre el mundo cuentero.

Los retornos siempre son complejos. Animaos a dejarme vuestra opinión en los comentarios sobre estos asuntos, serán bien recibidos (incluso los desacuerdos).
Erase una vez un pollito pelado que encontró una bolsa de monedas de oro. Pero regalársela al rey no ha resultado tan buena idea como pensaba. Divertido cuento popular portugués adaptado por Marisa Núñez e ilustrado por Helle Thomassen para la Editorial Kalandraka que nos habla de un inteligente pollito capaz de enfrentarse a las dificultades.





Puedes descargarte la ficha en PDF preparada por la editorial


Cómpralo online en la Librería la Mar de letras (¿se nota que es mi librería LIJ favorita? Sin desmerecer de otras que también están muy bien.)