Animar a leer es otra cosa (III): El colegio y la lectura en verano.


¿Tienes hijos en edad escolar? Si la respuesta es “Sí” seguramente habrás recibido del colegio una bonita carta que puede que empiece con un “¡Enhorabuena! Ya hemos llegado al final de (1º, 2º…)” y acabe con un “¡Que lo paséis muy bien!”. Entre medias, y cito textualmente de la que tengo en mis manos, como “es tiempo para descansar, jugar y disfrutar del verano, pero tiempo también para trabajar un poquito y así no olvidar todo lo que hemos aprendido”, pues toma: dos páginas de “recomendaciones para el verano”: lengua, mates, inglés, science (cosas del bilingüismo), que si webs, que si apps, que si cuadernillos…

Que digo yo que el que recuerde con cariño los deberes del verano es que no tiene corazón.

Mi opinión sobre hacer deberes en vacaciones: yo personalmente no estoy de acuerdo, si a mí no me gusta hacer deberes en verano, entiendo que a los niños tampoco. Y la lucha diaria para que los hagan desgasta mucho a toda la familia. “Pero es que si no hacen nada se les olvida”, diréis. Pues claro, pero se les olvida a todos y así empiezan más o menos parejos en septiembre y no nos vamos dejando descolgados a todos los que no tienen detrás una familia con posibilidades achucho-educativas. Pero para que veáis que soy una persona sensata, aquí os dejo una opinión diferente. Y, de paso, un pequeño reportaje en La Ser:


Dicho esto,  voy a centrarme en uno de los temas estrella: la lectura.

Voy a arriesgarme: vuestra hoja recomienda leer todos los días un rato. Valgan como ejemplo los 20 minutos que recomiendan en mi cole para las niñas y niños de 6-7 años, lectura en compañía de un adulto y respondiendo al final preguntas de comprensión lectora (eso sí: nos dejan leer lo que queramos). Y luego copiamos algunos fragmentos.

Nada del otro mundo ¿verdad? 

Ahora coged vosotros “El tiempo entre costuras” (o “50 sombras de Grey”. O “Los pilares de la Tierra”. O…). Todos los días, después de desayunar me vais a leer 50 páginas, ni más, ni menos. Y luego me lo contáis. No, mejor me hacéis una redacción. Y las palabras que no conozcáis las copiáis 20 veces en el cuaderno.

No mola. Pues eso.

Hagamos un favor a nuestros niños y niñas: separemos la lectura-competencia básica de la lectura-afición al máximo posible. Pero como es muy fácil confundirlas, vamos a tratar a ambas con muuucho cariño, que para eso estamos de vacaciones.
Para la lectura-competencia propongamos que nos echen una mano para encontrar una calle, leer una receta, escribir a la abuela o hacer la compra. Mandemos wasaps a los amigos, dejemos notas en la nevera, estrenemos un juego con instrucciones sencillas… Una pequeña trola como “¿dónde habré puesto las gafas?” nos puede ayudar.

Para la lectura-afición aseguremos el cuento de antes de ir a dormir (o de la hora de la siesta, o de antes de ir a la playa…) pero no temamos saltárnoslo, que no es obligatorio. Inventemos historias para ellos o juguemos juntos a inventarlas, dejemos que nos cuenten cuentos, hagamos visitas a la biblioteca (¿conoces ya la biblioteca del pueblo donde pasas unos días de vacaciones?), paseemos con un libro en la mano y digamos al niño “Ahora es mi rato de leer” (implica sentarse y al menos hacer como que leemos), preguntemos “¿de que va?”, hablemos de lo mucho o lo poco que nos gusta, abandonemos el libro a medias.  Y nunca, nunca obliguemos a leer.

Mi mejor deseo: ojalá se estropee la televisión.

Postdata para que conste, por si a alguien le queda alguna duda: a mí me caen bien los profes. Mi familia está llena de profes. Yo misma soy una de ellos. Somos buena gente.

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